La ejecución correcta de las maniobras es la condición principal bajo la cual puede proteger su propio o yate alquilado de todos tipos de colisiones que amenazan la integridad del casco del barco. El amarre, como maniobra más frecuente, requiere ciertas habilidades, con el uso de la capacidad de calcular correctamente el tiempo, la velocidad y la distancia al lugar de amarre, tener en cuenta el tamaño y la carga de trabajo de la embarcación, comparando todos estos datos con el entorno. situación.
No es razonable comenzar a frenar directamente frente al atracadero: la fuerza de inercia con la que se mueve el yate es comparable a la fuerza del impacto en el atracadero. Por ello, es necesario reducir la velocidad de antemano, intentando seguir un rumbo en el que el plano del barco en relación con la línea de atraque oscile entre 10 ° y 35 °. En este caso, la proa del yate debe indicar el lugar de amarre deseado. Al acercarse al atracadero, es necesario corregir la dirección para que la proa del yate vaya hacia el costado, y la aproximación al atracadero continúe por popa.
Si el yate tiene motor, este debe estar parado antes de amarrar, mientras que la inercia permitirá que el barco sea gobernado, evitando una colisión.
El amarre directo se realiza en el caso de una disposición paralela del yate y el atracadero, con salida a la distancia de las líneas de amarre. Los extremos arrojados se tiran, los cables se recogen en la litera y se aseguran. Primero se ata la cuerda de proa, lo que detiene el avance del yate. El segundo es el cable longitudinal que presiona la tabla contra la litera. El cable de popa, que evita que el barco retroceda, se alimenta casi de inmediato, después de los dos primeros. Con este método de amarre, la embarcación se fija firmemente en el lugar de anclaje temporal.
En muchos puertos donde existen corrientes de marea, existen requisitos adicionales para las reglas de amarre generalmente aceptadas. En dichos puertos, en caso de que el yate caiga por debajo del nivel del atracadero, las cuerdas de amarre se pasan por unos ojos especiales. En este caso, la línea de amarre suministrada se lleva al tambor del molinete. También es habitual utilizar un cabrestante. Con la ayuda de una rama o un cabrestante, se elimina la holgura y se aplica el tope de la cadena para que su ubicación esté alineada con el cable de tensión.
Una vez instalado el tapón, se ventila, y al finalizar, se retira el cable de los mecanismos de amarre. Se realizan acciones similares con todas las amarras, que se fijan al bolardo mediante 5-6 vueltas a su alrededor.
Para evitar la posibilidad de daños en el casco del yate durante el amarre, es necesario utilizar defensas amortiguadoras. Los guardabarros por la borda tienen extremos que se recomienda sujetar con las manos durante el amarre. Si no lo hace, la fijación rígida de los guardabarros provocará su rotura. El amarre debe realizarse de manera que la parte de popa esté a una distancia mínima del atracadero.
Un chorro de agua de una hélice en funcionamiento también puede provocar que la popa se aleje del atracadero, por lo tanto, para evitar la posibilidad de colisión de la proa y los edificios en la orilla, el chorro de se debe controlar la hélice en funcionamiento.
El amarre rezagado a otra embarcación implica realizar las mismas maniobras que al amarrar al atracadero. La diferencia es que la proa de un yate adecuado (en relación con otro barco) forma un ángulo más agudo que cuando está amarrado al muelle. Si la embarcación es de menor tamaño, se permite un amarre casi paralelo mediante un ancla.
A la hora de amarrar embarcaciones cargadas, es necesario tener en cuenta el calado obtenido y, si es posible, utilizar la hélice del motor. Según los expertos 2yachts, el uso de dos hélices aumenta significativamente la maniobrabilidad del yate, garantizando un amarre seguro en todas las condiciones climáticas.